lunes, 18 de abril de 2016

¿Vale la pena ir siempre a clase?



Tener que ir a clase presencial en la universidad no es obligatorio. Eliges matricularte en la universidad por voluntad propia.  Aunque no sea obligatorio ir a clases, para superar créditos y asignaturas, muchas veces el profesor/a que imparte las clases hace una avaluación continua con un requisito de asistencias mínimas, pasando lista como si fueras a la escuela o al instituto. Tiene sentido que en una avaluación continua sea más necesario ir a clases ya que te están evaluando constantemente, tanto con exámenes parciales como ejercicios, tienes que estar al día y no se puede estudiar a última hora.
En todo caso, sea evaluación única o continua siempre es aconsejable ir a clases presenciales. Para el alumno es beneficioso en varios aspectos; por su rapidez y sencillez en el aprendizaje, por el desarrollo mental y relacional, o simplemente por su evolución como estudiante y persona. Cabe decir que es aconsejable asistir ya que por lo general y como hecho normalizado y apropiado, las clases que imparte la profesora en el aula de manera oral y visual, están organizadas y preparadas de una manera profesional. Para conseguir que el alumno capte, entienda y almacene la información, es necesario que el profesor tenga una metodología a seguir, una idea y una mentalidad pedagógica, su objetivo es que el máximo de alumnos salgan preparados y formados.  Es decir es ir a clase es el mejor método para iniciarse en el buen estudio de la asignatura.
Y como en todos los casos, hay excepciones. Es un hecho real y común, ha pasado en casi todas las universidades. Los alumnos han salido insatisfechos por las clases que algunos profesores les habían impartido. Como no hay caso concreto, no podemos detectar dónde está el error, si es culpa del profesor o si es del alumno. Lo que sí está claro es que a muchos de nosotros nos ha pasado, hemos creído perder el tiempo dos horas en una clase donde ni entendía, ni aprendía, ni me gustaba la manera que daba clase aquel profesor. No nos ha gustado la forma de dar las clases por su metodología, no nos ha gustado la manera de explicar, la metodología que ha seguido el profesor, de lo poco profesional que hemos creído que era en ese mismo momento, o simplemente porque estaba leyendo literalmente un libro.

No gustan las clases, y se cree que no sirve de nada ir. Al salir de tu facultad no eres capaz de recordar conceptos y explicarlo, no sabes de qué va o a qué se refiere lo que dice el profesor. Las claves para saber si puedes dejar de asistir sin que haya consecuencias negativas, son las siguientes:

1.       Al menos haber asistido las primeras clases para poder decir y opinar sobre el profesor y su manera de dar las clases. Puede ser un mal orador, y puede haber pragmatismo en los estudiantes. Es curioso, pero en las clases que normalmente no asiste más de un cuarto de matriculados es por algo, es un detalle importante para tener en cuenta el porque muchos alumnos se saltan esas clases, cabe decir que eso no justifica 100% que las clases no valgan la pena. 

2.         Tener al alcance muchos apuntes o la justa y la información necesaria para estudiar toda la asignatura. Lo ideal es que te aporte esa información directamente el profesor, después los apuntes de compañeros o si hay, la copistería de esa facultad.

3.     Si no hay una obligación o algo importante, es aconsejable no ir a clase si se tiene un mal día, cuando uno está deprimido, o tiene problemas personales, o no se encuentra bien, es casi inútil estar atento en clase. Ir a clase es fruto de unas ganas mínimas de aprender y querer avanzar. Entonces es cuando exprimes más el tiempo de estar allí y te vuelves partícipe de una explicación efectiva.

En caso de más duda, se recomienda… ir a clase.

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